¿Por qué los padres tememos tanto y a su vez nos avergüenza un berrinche?
Los tememos y nos avergüenzan porque sacan a relucir nuestros propios límites como educadores. Ante un berrinche sentimos el impulso de querer zanjarlo como si de una emergencia se tratara. Además, es habitual que muchos padres interpreten el berrinche como un acto de desafío, una lucha de poder declarada por el niño contra nosotros, lo que nos lleva a querer actuar con premura "para que no se subleve" y "sepa quien manda", antes de que se vuelva "un tirano". Si a todo esto unimos el contexto social en el que muchas veces se producen los berrinches, como espacios abiertos, parques, centros comerciales, y la presión extra que esto aporta a la situación, es comprensible que sean tan temidos por muchos padres.
¿ Un niñ@ arma un berrinche para avergonzar o molestar a sus padres?
Lo primero que habría que plantearnos es porqué un niño iba a tener necesidad de avergonzar o molestar a sus padres, ya sea con un berrinche o con cualquier otra acción. Si el objetivo del niño es ese, entonces existe una carencia afectiva o emocional en el niño que es la causante del problema, y no el berrinche o la conducta propiamente dicha.
Por otra parte, los niños aprenden muy rápidamente la relación entre conducta y refuerzo. Muchos padres refuerzan positivamente los berrinches de sus hijos de forma inconsciente, como por ejemplo cuando se le da un obsequio, premio, o el acceso a algo que le gusta "para que se le pase el berrinche". Pero tampoco en este caso es el fin último del berrinche avergonzar o molestar a sus padres, sino que lo utiliza como medio para conseguir el premio usado como reforzador.
En la mayoría de las ocasiones, es decir, en un niño sin carencias afectivas y que no ha visto reforzadas sus conductas durante el berrinche, éste se produce de forma espontánea y descontrolada por parte del niño ante su incapacidad de gestionar su carga emocional negativa. En contra de lo que se suele pensar, el foco del berrinche no cae sobre nosotros, los padres, sino sobre el propio niño y sus sentimientos desbordantes.
¿Qué puede hacer una padre ante un berrinche?
Lo principal es comprender qué es un berrinche, por qué se produce y qué puede sacar el niño en positivo de él. La actitud del padre o del educador en estas situaciones marcará no sólo la resolución de esa situación concreta, sino la mayor o menor repetición en el futuro de situaciones similares. La actitud más emocionalmente inteligente del padre es la de: escuchar activamente las necesidades emocionales del niño; empatizar con sus sentimientos poniéndose en su situación, haciéndole saber que entiende lo que le ocurre y que quiere permanecer a su lado; no menospreciar ni infravalorar sus emociones; y mantener la calma para poder transmitir al niño cómo se deben gestionar las emociones negativas. No podemos pretender que el niño no tenga una rabieta si nosotros mismos no somos capaces de mantenernos tranquilos durante el transcurso de una. Por último, si entendemos las rabietas como una gran oportunidad para que el niño aprenda a gestionar emociones como la frustración o el enfado en una próxima ocasión conseguiremos perderles el miedo, y nos reforzarán a nosotros mismos en nuestra manera de educar más respetuosa.
¿Sirve el berrinche para modelar en nosotros los padres, la paciencia, la empatía y la forma de tratar nuestras emociones y la de nuestros hijos?
Sin ninguna duda podemos hacer de los berrinches una inmejorable ocasión para mejorar ciertos aspectos de nuestra manera de criar o de nuestra propia personalidad, como pueden ser una mayor dosis de paciencia, un mayor control de nuestras propias emociones negativas, mayor empatía, mayor satisfacción hacia nuestra manera de educar, etc. Pero, por desgracia, si entendemos las rabietas como ataques o desafíos por parte de nuestros hijos o como situaciones en las que tenemos que hacer valer nuestra autoridad ante ellos, ese modelado pasaría a tener el signo contrario.
Los padres que enseñan al niño, a través de su propia actitud, cómo deben controlarse las emociones durante los momentos de explosión -como puede ser un berrinche- son padres más felices, con menos estrés a la hora de educar. Los niños que han aprendido a controlar sus emociones son niños más felices, con menos estrés durante todo su desarrollo y edad adulta.
¿Se pueden evitar los berrinches?
Desgraciadamente, sí. Si el nivel de represión en el hogar es alto, como por ejemplo en familias cuyos padres ejercen una crianza muy autoritaria, o donde los castigos y las amenazas son frecuentes, el niño puede llegar a aprender que es más conveniente para él no expresar sus sentimientos, habitualmente menospreciados, que hacerlo y recibir un castigo. Esto es algo sobre lo que merece la pena reflexionar: un niño puede preferir no expresar sus sentimientos por miedo a la reacción de sus padres.
Todos los niños tienen grandes sentimientos, una especie de mochila emocional con la que cargan más allá de sus propias capacidades, y que es especialmente pesada durante los primeros años de su desarrollo. Y puede que no sean tan "grandes" desde un punto de vista adulto, pero desde la del niño sin duda lo son. Si un niño de dos años está jugando felizmente con su juguete favorito y de repente se lo quitan "porque hay que ir a casa de la tía", la frustración que le creará tener que dejar de jugar será muy grande, y lo más probable es que la situación conduzca a un berrinche.
Mi hijo mayor tiene berrinches. El menor sólo tiene unos meses, pero espero y deseo que, cuando le llegue el momento, también los tenga.
Como siempre es un enorme placer y orgullo contar con la experiencia de Himar. Nos nutre con su mensaje alimentado la certeza de que con consciencia, amor y respeto hacia nosotros y hacia nuestros hijos se puede estar "Felices Criando".
¡Muchas gracias a Paternidad con Apego por el apoyo y a todos siempre por estar!
Muy util. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuy util. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminar